La artroplastia de cadera es un procedimiento común que ayuda a las personas a recuperar el movimiento y a reducir el dolor causado por un daño articular grave. El procedimiento consiste en extraer las partes dañadas de la articulación de la cadera y reemplazarlas con componentes artificiales diseñados para restaurar la función. Conocer los pasos de esta cirugía puede hacer que el proceso sea más claro y menos abrumador.
Durante la operación, el cirujano hace una incisión, extrae el hueso y el cartílago desgastados y coloca una nueva bola y cavidad en la cadera. La articulación artificial puede estar hecha de metal, cerámica o plástico duradero, y está diseñada para funcionar de manera muy similar a una cadera natural. Entender cómo encajan estos pasos proporciona una imagen clara de lo que realmente ocurre en el quirófano.
Aprender sobre el proceso también ayuda a establecer expectativas para preparación, recuperación y cuidados a largo plazo. Con la información correcta, cualquier persona que se someta a esta cirugía puede sentirse más segura de lo que le espera y de cómo cada etapa contribuye a la curación.
La artroplastia de cadera aborda el daño a la articulación de la cadera que provoca dolor, rigidez y pérdida de movilidad. La estructura de la articulación, las afecciones que la dañan y los motivos por los que los médicos recomiendan la cirugía influyen en la decisión de si un paciente la necesita artroplastia total de cadera.
La articulación de la cadera es un junta esférica. La bola es la cabeza femoral en la parte superior del fémur y la cavidad es el acetábulo de la pelvis. Este diseño permite una rotación y un movimiento suaves en múltiples direcciones.
El cartílago cubre tanto la bola como la cavidad, creando una superficie de baja fricción que ayuda a los huesos a deslizarse con facilidad. Una capa delgada de líquido sinovial también reduce el desgaste.
Cuando el cartílago se desgasta, los huesos se frotan y causan dolor. Con el tiempo, esto provoca rigidez, hinchazón y disminución de la función. Luego, la articulación de la cadera tiene dificultades para realizar tareas como caminar, agacharse o subir escaleras.
El daño a la articulación de la cadera con frecuencia progresa lentamente, pero una vez que la pérdida de cartílago se agrava, los tratamientos no quirúrgicos suelen proporcionar un alivio limitado. En esta etapa, los pacientes suelen explorar opciones quirúrgicas, como la artroplastia total de cadera.
Otras causas incluyen las fracturas de cadera, a menudo por caídas, y afecciones como la necrosis avascular, en la que la reducción del suministro de sangre debilita el hueso. Algunas personas también desarrollan problemas de cadera a causa de trastornos infantiles que alteran la alineación de las articulaciones.
Cuando estas afecciones progresan, las actividades cotidianas, como ponerse de pie, sentarse o caminar, se vuelven difíciles. En este punto, muchos pacientes buscan una evaluación médica para analizar las opciones de tratamiento quirúrgico, como artroplastia total de cadera.
Los médicos recomiendan la artroplastia de cadera cuando el dolor y la discapacidad ya no mejoran con los tratamientos no quirúrgicos. Las opciones conservadoras más comunes incluyen los medicamentos, la fisioterapia, las ayudas para caminar y los cambios en la actividad.
Si estos métodos fallan, se puede considerar la posibilidad de una artroplastia total de cadera. Durante este procedimiento, el cirujano extrae el hueso y el cartílago dañados y los reemplaza con componentes artificiales que restablecen un movimiento más suave.
Los candidatos suelen informar de un dolor intenso en la ingle, las nalgas o el muslo que limita la vida diaria. Las pruebas de diagnóstico por imágenes, como las radiografías, confirman el daño articular. De acuerdo con el Clínica Mayo, el daño causado por la artritis es el motivo principal de la cirugía.
Los pacientes que se someten a una artroplastia total de cadera suelen hacerlo para recuperar la movilidad, reducir el dolor y volver a sus actividades normales después de que otros tratamientos hayan fallado.
Los pacientes que se preparan para la cirugía de reemplazo de cadera pasan por varios pasos importantes que ayudan a garantizar la seguridad, reducir los riesgos y mejorar la recuperación. Estas medidas incluyen pruebas médicas, educación sobre el procedimiento y ejercicios para fortalecer el cuerpo antes de la cirugía.
Se lleva a cabo una evaluación médica para confirmar que el paciente está lo suficientemente sano para la cirugía. Con frecuencia, esto incluye análisis de sangre, un electrocardiograma y, a veces, una radiografía del tórax para comprobar la función cardíaca y pulmonar. Los médicos también pueden revisar los medicamentos y las alergias actuales para prevenir complicaciones.
Estudios de diagnóstico por imágenes, como Radiografías o un RESONANCIA MAGNÉTICA, brindan a los cirujanos una visión clara de la articulación. Estas imágenes ayudan a determinar el alcance del daño y sirven de guía para tomar decisiones sobre el tipo de implante y su colocación.
Otras evaluaciones pueden incluir un análisis de orina, una prueba de esfuerzo o una consulta con especialistas si el paciente tiene afecciones como diabetes o enfermedades cardíacas. Cada escalón está diseñado para reducir riesgos quirúrgicos y planifique el enfoque más seguro.
Se alienta a los pacientes a asistir a sesiones o clases educativas que expliquen lo que sucede antes, durante y después de la cirugía. En algunos hospitales, estas sesiones forman parte de programas estructurados, como las clases de artroplastia de cadera.
Durante estas reuniones, los pacientes aprenden sobre la anestesia, las opciones de alivio del dolor y la estancia hospitalaria esperada. También reciben instrucciones sobre las restricciones dietéticas, la suspensión de ciertos medicamentos y la organización del apoyo en el hogar.
La planificación a menudo incluye la preparación del espacio habitable para la recuperación. Algunos ejemplos incluyen quitar las alfombras sueltas, instalar barras de apoyo o solicitar ayuda con las comidas y el transporte. Estos cambios hacen que la recuperación sea más segura y manejable.
Muchos cirujanos recomiendan un programa de fisioterapia preoperatoria, a veces llamada «prerehabilitación». La meta es construir fuerza muscular alrededor de la cadera y mejoran la flexibilidad. Unos músculos más fuertes pueden facilitar la marcha y reducir la tensión en la nueva articulación después de la cirugía.
Los ejercicios comunes incluyen:
Incluso la actividad ligera, cuando es segura, puede mejorar la circulación y ayudar a aumentar la resistencia. Los pacientes que siguen estos ejercicios suelen encontrar que la rehabilitación después de la cirugía es más manejable y menos dolorosa.
El procedimiento de reemplazo de cadera implica una preparación cuidadosa, la extracción del hueso y el cartílago enfermos y la colocación de partes artificiales que restauren la función articular. Cada etapa se centra en la seguridad, la precisión y la alineación adecuada para garantizar que la nueva articulación funcione sin problemas.
La operación por lo general comienza con anestesia general o un bloqueo nervioso regional. La anestesia general mantiene al paciente completamente dormido, mientras que un bloqueo regional adormece la parte inferior del cuerpo pero permite que el paciente permanezca despierto. La elección depende de la historia clínica, los riesgos y las preferencias del cirujano.
Una vez que la anestesia surte efecto, se coloca al paciente en la mesa de operaciones. Las posturas más comunes son lateral (acostado de lado) o supino (acostado boca arriba). La posición es importante porque afecta el acceso quirúrgico y la alineación de los implantes.
Se utilizan acolchados y soportes para mantener el cuerpo estable. Este paso ayuda a proteger los nervios y los tejidos blandos durante el procedimiento. La colocación cuidadosa también reduce el riesgo de complicaciones, como la dislocación, después de la cirugía.
Los cirujanos utilizan diferentes métodos para acceder a la articulación de la cadera. El abordaje posterior es común e implica una incisión a lo largo de la parte posterior de la cadera. El abordaje anterior utiliza una incisión en la parte delantera de la cadera. Cada método tiene beneficios y riesgos, y la elección depende de la anatomía del paciente y de la formación del cirujano.
La incisión se hace a través de las capas de piel, grasa y músculo. En el abordaje posterior, el glúteo mayor el músculo está dividido, y el rotadores externos se liberan para exponer la articulación. En el abordaje anterior, los músculos se separan en lugar de cortarse.
Una vez que la articulación queda expuesta, los retractores mantienen los tejidos a un lado, lo que le da al cirujano una visión clara del cabeza femoral y acetábulo.
El siguiente paso consiste en extirpar las partes enfermas o desgastadas de la cadera. El cirujano disloca la cabeza del fémur para separarla de la cavidad. A osteotomía de cuello se realiza, lo que significa cortar la parte superior del fémur para extraer la cabeza del fémur.
El enchufe, o acetábulo, luego se limpia de cartílago y se le da forma con una herramienta de escariado. Esto crea una superficie lisa para sostener la copa artificial. El canal femoral también se prepara escariando y escariando, lo que da forma al hueso para tallo femoral.
Esta etapa asegura que se extraiga todo el tejido dañado y que las superficies óseas estén listas para aceptar las piezas protésicas.
Con la articulación preparada, el cirujano coloca la componentes protésicos. UN casquillo metálico (copa acetabular) se inserta en el acetábulo y, a veces, se asegura con tornillos para mayor estabilidad. Luego, se coloca un revestimiento de plástico o cerámica en la copa para crear una superficie lisa.
A continuación, el tallo femoral se inserta en el fémur hueco. El vástago puede cementarse en su lugar o ajustarse a presión para permitir que crezca hueso a su alrededor. Se coloca una bola de metal o cerámica en la parte superior del vástago para reemplazar la cabeza del fémur.
Luego, la nueva bola se coloca en la cavidad, recreando la articulación. El cirujano comprueba la longitud de las piernas, la estabilidad de la articulación y el rango de movimiento antes de cerrar la incisión. Las pruebas minuciosas en esta etapa ayudan a prevenir la luxación y garantizan el funcionamiento adecuado de la nueva cadera.
La recuperación después de una artroplastia de cadera implica una supervisión cuidadosa, un manejo estructurado del dolor y una actividad física progresiva. Los pacientes suelen recuperar la movilidad en cuestión de semanas, pero el éxito a largo plazo depende de desarrollar la fuerza muscular, proteger la nueva articulación y seguir las indicaciones del médico.
Inmediatamente después de la cirugía, los pacientes son monitoreados de cerca en el hospital. Los signos vitales, el estado de la herida y la circulación en la pierna operada se controlan con frecuencia. El personal de enfermería recomienda usar bombas en los tobillos y hacer movimientos suaves de las piernas para prevenir la formación de coágulos sanguíneos.
La mayoría de los pacientes se ponen de pie y dan algunos pasos con un andador el mismo día de la cirugía. De acuerdo con el Instituto Ortopédico del Sur de California, muchos pueden soportar todo su peso de inmediato, aunque los dispositivos de asistencia reducen el riesgo de caídas.
Las hospitalizaciones suelen ser breves, con frecuencia de uno a dos días. Antes del alta, los pacientes aprenden a meterse y levantarse de la cama de manera segura, a usar el baño y a caminar distancias cortas. También se imparte educación sobre el cuidado de las heridas y los signos de infección.
El alivio del dolor es esencial para una recuperación temprana. Los cirujanos suelen recetar una combinación de medicamentos, como acetaminofén, medicamentos antiinflamatorios y, a veces, narcóticos a corto plazo. Las compresas de hielo y la elevación ayudan a reducir la hinchazón.
Para la segunda semana, muchos pacientes dejan de tomar medicamentos más fuertes. La mayoría de las personas experimentan una reducción significativa del dolor en las primeras dos semanas. Se recomienda a los pacientes que usen la dosis efectiva más baja para evitar los efectos secundarios.
Las estrategias no relacionadas con las drogas también desempeñan un papel. Colocar la pierna sobre almohadas, usar sillas que lo apoyen y practicar la respiración profunda puede aliviar la molestia. El control constante del dolor permite a los pacientes moverse con mayor comodidad y realizar fisioterapia antes.
La movilización temprana previene la rigidez y favorece la cicatrización. Los pacientes suelen empezar a caminar con un andador o un bastón en 24 horas. Se recomiendan las caminatas cortas y frecuentes, y la actividad se incrementa gradualmente cada día.
La fisioterapia se centra en restaurar el rango de movimiento y la fuerza muscular. Los ejercicios sencillos incluyen estirar los tobillos, deslizar el talón y apretar los glúteos. Entre las semanas 3 y 4, la mayoría de los pacientes pueden caminar sin dispositivos de asistencia y reanudar sus actividades diarias ligeras.
Los terapeutas también enseñan técnicas seguras para agacharse, sentarse y subir escaleras. Estas prácticas protegen la nueva articulación y reducen el riesgo de dislocación.
Las visitas de seguimiento con el cirujano garantizan que la cadera esté sanando correctamente. Se pueden tomar radiografías para comprobar la posición del implante. Con frecuencia, los puntos de sutura o las grapas se retiran después de 10 a 14 días.
Entre las semanas 5 y 6, muchos pacientes regresan al trabajo, según las demandas laborales. Se recomiendan ejercicios de bajo impacto, como nadar, andar en bicicleta y caminar, para la salud de las articulaciones a largo plazo. Se desaconsejan los deportes de alto impacto.
La mayoría de los pacientes logran un fuerte alivio del dolor y una mejor movilidad en tres meses. Los estudios demuestran que con un entrenamiento continuo de fortalecimiento y flexibilidad, las personas pueden mantener una función excelente durante muchos años después de la cirugía de reemplazo de cadera.
Los médicos suelen comenzar con un examen físico, una revisión de la historia clínica y un diagnóstico por imágenes, como radiografías o resonancias magnéticas. Estos pasos ayudan a determinar si el paciente es un buen candidato. Es posible que los pacientes también deban ajustar los medicamentos, dejar de fumar y realizarse pruebas prequirúrgicas, como análisis de sangre. Algunos médicos recomiendan hacer ejercicios para fortalecer los músculos antes de la cirugía.
Durante la cirugía, se extrae la cabeza femoral dañada y se reemplaza con un vástago metálico. Se adhiere a este vástago una bola artificial, a menudo de cerámica o metal. El cirujano también extrae el cartílago dañado de la cavidad de la cadera y coloca una copa de metal con un revestimiento de plástico en su interior. Esto crea una superficie lisa para el movimiento
Los pacientes suelen empezar a caminar con ayuda el mismo día o al día siguiente de la cirugía. La fisioterapia ayuda a recuperar la fuerza y la movilidad. En casa, los pacientes deben seguir las instrucciones sobre el cuidado de las heridas, los medicamentos y las restricciones de actividad. Los médicos suelen recomendar evitar ciertos movimientos para evitar la luxación mientras la articulación se cura.
La mayoría de las personas pasan de 1 a 3 días en el hospital, aunque es posible que algunas se vayan a casa el mismo día. La recuperación inicial lleva varias semanas, y muchos pacientes caminan sin ayuda entre 4 y 6 semanas. La recuperación completa y el regreso a las actividades habituales suelen tardar de 3 a 6 meses, según la edad, el estado de salud y el grado de cumplimiento de la rehabilitación.
Los riesgos incluyen infecciones, coágulos de sangre, dislocación articular y diferencias en la longitud de las piernas. Algunos pacientes también pueden experimentar el desgaste de la articulación artificial con el paso del tiempo. Las complicaciones son poco frecuentes, pero los médicos revisan la historia clínica de cada paciente para evaluar los factores de riesgo personales antes de la cirugía.
El dolor intenso de cadera que limita las actividades diarias, como caminar o subir escaleras, es un signo común. La rigidez que dificulta el movimiento de la pierna también sugiere un daño articular avanzado. Cuando los tratamientos no quirúrgicos, como los medicamentos, las inyecciones o la fisioterapia, ya no brindan alivio, se puede considerar la posibilidad de realizar una artroplastia de cadera.