El dolor de rodilla causado por lesiones del cartílago puede interrumpir las actividades diarias y dificultar incluso los movimientos más simples. La reparación del cartílago de la rodilla ayuda a restablecer la función, reducir el dolor y prevenir daños mayores para las personas con problemas de cartílago. El cartílago no se cura bien por sí solo, por lo que muchas personas exploran técnicas de reparación para mantener las rodillas sanas y activas.
Hay varias maneras en que los médicos reparan o tratan el cartílago de la rodilla, desde procedimientos mínimamente invasivos hasta nuevas opciones de medicina regenerativa. Cada método tiene sus beneficios y riesgos, y la mejor opción depende del tipo y la gravedad de la lesión. Conocer estas opciones puede ayudar a las personas a tomar decisiones informadas y a mejorar sus probabilidades de una buena recuperación.
Las lesiones del cartílago de la rodilla pueden producirse por traumatismos repentinos o por un desgaste prolongado. Estas lesiones suelen causar dolor, hinchazón y problemas de movimiento que pueden dificultar las actividades sencillas.
Hay dos tipos principales de cartílago en la rodilla: cartílago articular y el menisco. El cartílago articular es una capa delgada y lisa que cubre los extremos de los huesos. En este caso, el daño se denomina lesión condral o defecto condral. El menisco es un cartílago más duro que actúa como un cojín entre los huesos.
Lesiones del cartílago puede ser causado por lesiones deportivas, caídas o uso repetitivo. A veces, el daño es pequeño y afecta solo a una parte del cartílago. Otras veces, el cartílago puede desgarrarse o desgastarse con el tiempo, lo que provoca daños en áreas más grandes. Lesiones del cartílago articular ocurren con mayor frecuencia en la rodilla, pero también pueden afectar la cadera o el tobillo.
En algunos casos, las personas pueden tener más de un tipo de lesión en el cartílago al mismo tiempo. Entender qué tipo de enfermedad se ve afectado ayuda a los médicos a elegir el tratamiento adecuado.
Los síntomas comunes de una lesión en el cartílago de la rodilla incluyen dolor, hinchazón, rigidez y la sensación de que la rodilla se bloquea o se contrae. Algunas personas notan que la rodilla cede o parece inestable, especialmente durante la actividad.
El diagnóstico suele comenzar con un examen físico. Los médicos examinan la rodilla para ver si hay hinchazón, sensibilidad y amplitud de movimiento. Pruebas de diagnóstico por imágenes como RESONANCIA MAGNÉTICA o Radiografías ayudan a los médicos a ver el cartílago y descartar lesiones óseas.
Un procedimiento denominado artroscopia también se puede usar para observar directamente el interior de la rodilla y confirmar el tipo y la extensión de la lesión del cartílago. El diagnóstico precoz puede conducir a mejores resultados porque ayuda a definir de inmediato el mejor plan de tratamiento.
El cartílago sirve como cojín y permite un movimiento suave de la rodilla. Cuando se daña, los huesos pueden rozarse entre sí, lo que provoca dolor y más daño. Esto puede hacer que la rodilla se sienta rígida, débil o menos estable que antes.
Incluso las lesiones menores del cartílago pueden provocar problemas para caminar, subir escaleras o permanecer de pie durante períodos prolongados. Un daño grave puede hacer que la articulación se sienta floja o hacer que la rodilla se «bloquee», lo que impide que se mueva con normalidad.
Con el tiempo, el cartílago dañado puede provocar problemas articulares más graves, como la artritis. Proteger y reparar el cartílago es importante porque no puede curarse fácilmente por sí solo, y las lesiones que no se tratan con frecuencia empeoran y limitan las actividades diarias.
Las principales opciones para reparar el cartílago dañado en la rodilla utilizan diferentes técnicas para restaurar la suavidad y la función. Cada método se elige en función del tamaño del defecto, la edad del paciente y el estado actual de salud de la articulación de la rodilla.
La microfractura es una cirugía mínimamente invasiva. El cirujano usa instrumentos pequeños para crear pequeños orificios, o microfracturas, en el hueso por debajo del cartílago dañado.
Esto hace que el cuerpo envíe un nuevo suministro de sangre y células a la zona. A medida que estas células se acumulan, forman una nueva capa de fibrocartílago.
Puntos clave sobre la microfractura:
Si bien se forma cartílago nuevo, no es exactamente igual al cartílago natural y es posible que no sea tan duradero con el tiempo.
El autoinjerto osteocondral consiste en extraer tapones de hueso y cartílago sanos de las zonas de la rodilla que soportan menos peso y moverlos al lugar dañado. Estos tapones encajan como piezas de un rompecabezas en la zona lesionada.
Características del trasplante de autoinjerto osteocondral:
Esta técnica puede restaurar tanto el hueso como el cartílago en un solo paso. La zona reparada con frecuencia funciona mejor ya que se utiliza cartílago real. A veces, se denomina procedimiento OATS.
La implantación autóloga de condrocitos (ACI) es un procedimiento de dos pasos. En primer lugar, se extraen células de cartílago sanas de la rodilla del paciente durante una cirugía menor. Luego, estas células se cultivan en un laboratorio durante varias semanas.
Una vez que haya suficientes células listas, el cirujano las implanta en la zona dañada en el cartílago. Un parche mantiene las células en su lugar mientras crecen y forman cartílago nuevo.
Datos importantes sobre ACI:
Este método tiene como objetivo producir un cartílago duradero y similar al natural, que puede ayudar a restaurar el movimiento de la rodilla.
La recuperación después de la reparación del cartílago de la rodilla implica cuidados posteriores cuidadosos, pasos terapéuticos definidos y expectativas realistas. La mayoría de los pacientes se centran en proteger la zona reparada, recuperar fuerzas y retomar sus actividades diarias a un ritmo seguro.
El cuidado adecuado después de la cirugía sienta las bases para la curación. Por lo general, los pacientes necesitan no soportar el peso de la rodilla durante varias semanas y, con frecuencia, usar muletas o un andador para apoyarse. La hinchazón y el dolor son frecuentes desde el principio. El hielo, la elevación y los medicamentos recetados pueden ayudar controlar el malestar.
Es posible que se necesite una rodillera para limitar el movimiento y proteger el sitio de la reparación. Los pacientes deben evitar las actividades de alto estrés durante este tiempo. Es importante mantener la herida limpia y estar atento a cualquier signo de infección, como enrojecimiento o fiebre.
Se necesitan citas de seguimiento para comprobar el progreso y ajustar la atención. Cumplir con estas visitas puede ayudar a detectar los problemas a tiempo. Los pacientes deben hablar con su médico sobre cualquier síntoma o inquietud nuevos durante la recuperación.
La fisioterapia comienza temprano para prevenir la rigidez, pero progresa lentamente para evitar estresar el nuevo cartílago. Los ejercicios iniciales pueden incluir una amplitud de movimiento suave, como usar bombas para los tobillos y flexionar lentamente las rodillas. Mover la articulación ayuda al flujo sanguíneo y evita que se acumule tejido cicatricial.
A medida que la curación continúa, la terapia incluye ejercicios de fortalecimiento para los músculos que rodean la rodilla. Las actividades más comunes pueden ser las series de cuádriceps y los levantamientos de piernas. Los terapeutas pueden recomendar ejercicios acuáticos para reducir la tensión en la articulación.
Durante varios meses, la carga de peso aumenta a medida que la rodilla se cura. La mayoría de los pacientes dejan de usar muletas o aparatos ortopédicos después de 8 a 12 semanas. La segunda fase, por lo general entre 3 y 6 meses después de la cirugía, se centra en desarrollar la fuerza muscular y mejorar el movimiento.
Los resultados dependen de la magnitud del daño, de la salud del paciente y de qué tan bien se siga el plan de rehabilitación. La mayoría de las personas recuperan una buena amplitud de movimiento y fuerza, aunque la recuperación completa puede tardar de 6 a 12 meses. La reincorporación a los deportes o a las tareas físicas intensas puede requerir un período aún más prolongado.
El dolor o la rigidez leves pueden persistir, pero muchos ven grandes mejoras en el dolor y la función de la rodilla. Seguir las indicaciones del médico y seguir el tratamiento aumenta las probabilidades de obtener un buen resultado. Es posible que algunos pacientes aún necesiten tratamiento adicional si la curación es lenta o los síntomas reaparecen.
Los retornos rápidos y completos a los deportes intensos no son típicos. La mayoría de las personas pueden esperar reanudar sus actividades normales de bajo impacto.
Diferentes tratamientos pueden ayudar a reparar el cartílago de la rodilla, incluidos los métodos quirúrgicos y no quirúrgicos. La recuperación y el progreso pueden depender de la lesión, el tipo de tratamiento y la salud personal.
Las opciones no quirúrgicas suelen comenzar con la fisioterapia para mejorar la fuerza y el movimiento de la rodilla. Con frecuencia se recomiendan medicamentos para reducir el dolor y la hinchazón, así como inyecciones como el ácido hialurónico o el plasma rico en plaquetas. Estos enfoques ayudan a controlar los síntomas y a proteger el cartílago restante.
Los ejercicios de bajo impacto son los mejores para la salud del cartílago de la rodilla. Nadar, andar en bicicleta y caminar en un terreno llano puede aumentar el movimiento de la rodilla sin demasiado estrés. Fortalecer los músculos que rodean la rodilla con ejercicios de resistencia guiados y seguros también puede ayudar a sostener la articulación.
La recuperación después de la cirugía del cartílago de la rodilla suele tardar varios meses. La mayoría de las personas pueden caminar con ayuda unos días después de la cirugía, pero las actividades completas, como correr o hacer deporte, pueden tardar de 6 meses a un año. El cronograma depende del tipo de reparación y de qué tan bien se cure la rodilla.
Los tratamientos quirúrgicos suelen funcionar mejor para lesiones pequeñas y específicas y en pacientes más jóvenes y activos. Muchas personas sienten menos dolor y mejoran el funcionamiento de la rodilla después de la cirugía adecuada. Sin embargo, las tasas de éxito varían según el tipo y el tamaño del problema del cartílago.
Existen nuevas técnicas que utilizan trasplantes de cartílago y tejido óseo sanos o hacen crecer células en un laboratorio antes de implantarlas en la rodilla. Estos tratamientos tienen como objetivo reparar defectos más grandes o más graves que antes. Algunos procedimientos solo necesitan una operación, mientras que otros pueden implicar dos.
Los suplementos como la glucosamina y la condroitina a veces se usan para apoyar la salud de las articulaciones de la rodilla. Algunas personas también prueban el colágeno o los ácidos grasos omega-3 para aliviar el dolor articular. Los resultados científicos sobre estos suplementos son contradictorios, y es importante hablar con un médico antes de comenzar a tomar cualquier suplemento nuevo.