Las lesiones deportivas son comunes entre los atletas y las personas activas, y la rodilla es una de las articulaciones más frecuentemente afectadas. La cirugía de rodilla suele ser necesaria cuando se producen lesiones como desgarros de ligamentos o daños graves en el menisco y no pueden curarse solo con reposo o terapia. El tratamiento oportuno y la comprensión de las opciones pueden ayudar a las personas a volver a sus actividades normales de manera segura y eficiente.
La medicina deportiva moderna ofrece opciones quirúrgicas avanzadas, que incluyen procedimientos mínimamente invasivos que promueven una curación más rápida. Los atletas que sufren lesiones de rodilla suelen seguir un plan estructurado de recuperación y rehabilitación diseñado para restablecer el movimiento, aumentar la fuerza y reducir la posibilidad de sufrir lesiones en el futuro. Estas medidas son importantes para cualquier persona que desee lograr una recuperación total y volver a su deporte.
Las lesiones de rodilla son frecuentes en personas activas, especialmente en aquellas que practican deportes que requieren cambios rápidos de dirección o que implican contacto. La articulación de la rodilla es compleja y los problemas en esta articulación pueden significar ausentarse del juego o incluso someterse a una cirugía.
Los atletas suelen sufrir lesiones como desgarros de ligamentos, desgarros de meniscos y problemas en los tendones. Entre las lesiones ligamentosas más frecuentes se incluyen los desgarros del ligamento cruzado anterior (LCA), el ligamento colateral medial (MCL), el ligamento colateral lateral (LCL) y el ligamento cruzado posterior (LCP). Las lesiones del ligamento cruzado anterior son especialmente frecuentes en los deportes que requieren cortarse y saltar, como el fútbol y el baloncesto.
Los desgarros meniscales también son muy frecuentes. El menisco actúa como un amortiguador y las lesiones por torsión pueden hacer que se desgarre. La tendinitis rotuliana, también conocida como rodilla de saltador, suele afectar a los atletas que saltan mucho. En algunos casos, la rótula puede dislocarse o el mecanismo extensor puede romperse.
La mayoría de los esguinces leves de ligamentos y algunas lesiones meniscales pueden curarse con el descanso y la fisioterapia adecuados, pero las lesiones graves, como los desgarros del ligamento cruzado anterior, pueden necesitar cirugía.
La rodilla es una articulación en bisagra formada por el fémur (hueso del muslo), la tibia (tibia) y la rótula (rótula). Hay varias estructuras clave que hacen que la rodilla sea estable y flexible:
Las lesiones pueden afectar solo a una o varias de estas estructuras. El daño a un ligamento puede hacer que la rodilla se vuelva inestable, mientras que un menisco desgarrado puede provocar dolor, hinchazón y bloqueo.
La mayoría de las lesiones de rodilla relacionadas con el deporte ocurren debido a un movimiento, fuerza o contacto repentinos. Algunos ejemplos son aterrizar de forma incómoda tras un salto, girar o cambiar de dirección rápidamente o recibir golpes directos en la rodilla. Las lesiones del ligamento cruzado anterior sin contacto son frecuentes cuando los atletas desaceleran o se detienen repentinamente.
Algunos factores de riesgo incluyen debilidad muscular, falta de calentamiento, mala técnica o uso de calzado inadecuado. Ciertos deportes, como el fútbol, el baloncesto y el esquí, tienen tasas de lesiones más altas debido a sus exigencias. Las lesiones anteriores aumentan las probabilidades de que surjan nuevos problemas, al igual que la fatiga y la falta de seguimiento de un plan de entrenamiento adecuado.
Las medidas preventivas en la medicina deportiva incluyen el entrenamiento de fuerza, el trabajo de flexibilidad y el uso de un buen equipo deportivo.
Las lesiones de rodilla causadas por la práctica de deportes pueden incluir ligamentos rotos, cartílago dañado o problemas graves en los tendones. Algunas de estas lesiones suelen requerir cirugía para restablecer la estabilidad de la rodilla, reducir el dolor y permitir que se recupere el movimiento normal.
El ligamento cruzado anterior (LCA) es un estabilizador clave en la rodilla. Los desgarros del ligamento cruzado anterior suelen ocurrir cuando la rodilla se tuerce repentinamente o recibe un golpe directo. Los deportes como el fútbol y el baloncesto tienen un riesgo alto de sufrir esta lesión.
Una lesión del ligamento cruzado anterior a menudo causa dolor inmediato, hinchazón y sensación de inestabilidad en la rodilla. Cirugía de reconstrucción del LCA es el tratamiento estándar cuando el ligamento está completamente desgarrado o cuando una persona quiere mantenerse activa practicando deportes. Este procedimiento reemplaza el ligamento dañado con un injerto hecho del tendón del paciente o de un tendón de un donante.
La adición de una tenodesis extraarticular lateral durante la cirugía del LCA puede reducir aún más la probabilidad de que el ligamento vuelva a fallar después de la cirugía. No se ha demostrado que el plasma rico en plaquetas (PRP) mejore los resultados de la cirugía, por lo que no se considera una adición estándar a la reparación del LCA. Tanto los autoinjertos (del paciente) como los aloinjertos (de un donante) tienen resultados similares a largo plazo en la mayoría de los pacientes.
El menisco es una pieza de cartílago en forma de C que amortigua la articulación de la rodilla. Los desgarros del menisco pueden ocurrir durante los movimientos de torsión, las sentadillas profundas o el contacto directo al practicar deportes. Los síntomas suelen incluir dolor, hinchazón, sensación de hormigueo o sensación de chasquido.
Si el menisco desgarrado causa dolor continuo, se engancha en la articulación o bloquea el movimiento, es posible que sea necesaria una cirugía. Las opciones quirúrgicas incluyen extraer la parte dañada (meniscectomía) o reparar el desgarro con puntos de sutura.
En el caso de los desgarros complejos, especialmente los desgarros en forma de balde, los estudios muestran que tanto la reparación artroscópica integral como la técnica estándar de adentro hacia afuera funcionan igual de bien con el tiempo. La reparación oportuna aumenta las probabilidades de que la superficie articular se mantenga sana y reduce el riesgo de artritis precoz.
Además del LCA, la rodilla tiene otros ligamentos importantes: el ligamento cruzado posterior (PCL), el ligamento colateral medial (MCL) y el ligamento colateral lateral (LCL). Estos ligamentos ayudan a mantener la rodilla estable durante el movimiento y evitan que se desplace de su lugar.
Las lesiones de los ligamentos colaterales pueden producirse por golpes en el costado de la rodilla o por torceduras repentinas. Los desgarros o lesiones graves que afectan a más de un ligamento suelen requerir una reparación quirúrgica. El ligamento cruzado anterior, cuando está muy desgarrado o si se combina con otros ligamentos desgarrados, por lo general también necesita cirugía.
Los síntomas incluyen dolor, hinchazón y la sensación de que la rodilla podría ceder. Por lo general, la cirugía repara o reconstruye los ligamentos desgarrados mediante injertos o puntos de sutura. La recuperación puede tardar varios meses y fisioterapia es clave para recuperar la fuerza y el movimiento.
La rodilla contiene cartílago que cubre y protege los extremos de los huesos. Las lesiones o el desgaste pueden provocar que el cartílago se desgarre o se desprenda, lo que provoca dolor e hinchazón. En algunos casos, se necesita una cirugía para reparar o reemplazar el cartílago dañado, especialmente cuando los tratamientos simples no ayudan.
Las lesiones tendinosas, como un desgarro del tendón rotuliano, pueden ocurrir durante la práctica de deportes como consecuencia de un salto o un golpe directo. Los desgarros completos suelen requerir una reparación quirúrgica para volver a unir el tendón. Si no se repara rápidamente, la rodilla puede perder fuerza y función.
Otras lesiones estructurales que a veces requieren cirugía incluyen fracturas de la rótula (rótula) y daños en las superficies articulares. Los cirujanos ortopédicos, como el Dr. Mangino, pueden utilizar técnicas especiales para restablecer el movimiento suave de la rodilla o reemplazar las partes gravemente dañadas.
La cirugía de rodilla desempeña un papel importante para ayudar a los atletas y a las personas activas a recuperarse de las lesiones. Las operaciones habituales restablecen la fuerza, el movimiento y la estabilidad después de un traumatismo o desgaste de los ligamentos, cartílagos o superficies articulares de la rodilla.
La cirugía artroscópica es una técnica mínimamente invasiva en la que un cirujano ortopédico hace pequeñas incisiones alrededor de la rodilla. Con una cámara diminuta llamada artroscopio, observan el interior de la articulación. Los instrumentos especializados les permiten reparar o extraer el tejido dañado sin hacer una incisión grande.
Este método trata una variedad de lesiones deportivas, como desgarros de cartílagos y cuerpos sueltos. Los beneficios incluyen menos dolor después de la cirugía, una recuperación más rápida y una reducción de las cicatrices. Los pacientes suelen irse a casa el mismo día.
La artroscopia se usa con frecuencia para procedimientos como la reparación de meniscos, la reconstrucción de ligamentos y la cirugía de microfracturas, en los que se fomenta el crecimiento de cartílago nuevo en las superficies articulares dañadas. Estos procedimientos pueden ayudar a los atletas a retomar sus actividades más rápido y, al mismo tiempo, reducir el riesgo de complicaciones en comparación con la cirugía abierta.
La reconstrucción del ligamento cruzado anterior (LCA) es una de las operaciones deportivas de rodilla más comunes. Un ligamento cruzado anterior lesionado o desgarrado provoca inestabilidad en la rodilla, lo que dificulta la rotación o la torsión. Los cirujanos ortopédicos utilizan un injerto (por lo general, del tejido del paciente o, a veces, de un donante) para reemplazar el ligamento dañado.
El nuevo injerto se coloca con herramientas artroscópicas para mayor precisión y menos traumatismos. A veces, los cirujanos añaden apoyo adicional con un procedimiento llamado tenodesis extraarticular lateral, que reduce el riesgo de que el injerto del ligamento cruzado anterior falle.
Además del LCA, otros ligamentos como el MCL (ligamento colateral medial) o el PCL (ligamento cruzado posterior) también pueden reconstruirse si están dañados. La mayoría de los pacientes comienzan la fisioterapia poco después de la cirugía. Hay pruebas claras de que la adición de procedimientos o el uso de ciertos tipos de injertos pueden afectar la recuperación y el funcionamiento a largo plazo.
El menisco es un disco cartilaginoso en forma de C que actúa como un amortiguador entre el fémur y la tibia. Los desgarros son frecuentes en los deportes de torsión. Los cirujanos pueden reparar el desgarro si el tejido está sano y puede sanar. Esto se hace con frecuencia con suturas o implantes especiales.
Cuando un desgarro no se puede reparar, la porción dañada del menisco se extrae mediante cirugía artroscópica. Esto preserva la mayor cantidad posible de tejido sano, lo cual es importante para la función de la rodilla a largo plazo.
Las técnicas incluyen reparaciones integrales, internas y externas. Cada opción tiene ventajas según la ubicación y la forma de la lesión. El éxito de la cirugía de menisco depende de factores como la edad, el patrón de desgarro y la salud general de las articulaciones.
La artroplastia de rodilla, también llamada artroplastia, suele ser para pacientes con daño articular grave o artritis. En los atletas o en los adultos mayores, la articulación de la rodilla puede desgastarse hasta que desaparezca el cartílago, lo que provoca dolor y rigidez.
En un artroplastia de rodilla, el cirujano extrae el hueso y el cartílago dañados y los reemplaza por superficies artificiales de metal y plástico. A veces, solo se reemplaza una parte de la rodilla en una artroplastia parcial de rodilla si el daño es limitado.
Los implantes modernos ofrecen un buen movimiento y alivian el dolor. La mayoría de los pacientes recuperan la función con fisioterapia. Los reemplazos totales o parciales solo se consideran cuando otros tratamientos, como las inyecciones o los aparatos ortopédicos, ya no ayudan.
Las lesiones de rodilla en los deportes pueden ser el resultado de un traumatismo repentino, un uso excesivo o un movimiento inadecuado. El diagnóstico preciso y las opciones de tratamiento varían según el tipo y la gravedad de la lesión.
Los médicos utilizan una combinación de exámenes físicos, antecedentes del paciente y pruebas de diagnóstico por imágenes para diagnosticar las lesiones de rodilla. Las radiografías ayudan a detectar problemas óseos, mientras que las imágenes por resonancia magnética suelen utilizarse para tratar lesiones en los tejidos blandos, como desgarros de ligamentos o meniscos. A veces, la artroscopia se hace para observar el interior de la articulación si el diagnóstico no está claro.
Los tiempos de recuperación dependen de la cirugía realizada. Los procedimientos menores, como la artroscopia, pueden permitir a las personas volver a realizar actividades ligeras en unas pocas semanas. Las cirugías más complejas, como la reconstrucción de ligamentos, pueden requerir fisioterapia durante 3 a 6 meses. La recuperación completa después de una artroplastia total de rodilla puede llevar varios meses, a veces hasta un año.
La cirugía de rodilla se puede recomendar si el dolor es intenso, el movimiento es limitado o los tratamientos no quirúrgicos fallan. Los desgarros de ligamentos o cartílagos que no se curan por sí solos, las luxaciones repetidas o la artritis avanzada también pueden hacer que se recomiende la cirugía. Los médicos comprueban en qué medida la lesión afecta a la vida diaria del paciente antes de sugerir una cirugía.
Las lesiones de rodilla más comunes relacionadas con el deporte incluyen desgarros del ligamento cruzado anterior (LCA), desgarros de meniscos y luxaciones rotulianas. También son frecuentes los esguinces del ligamento colateral medial (MCL) y las lesiones por uso excesivo, como la tendinitis rotuliana. Estas lesiones suelen ocurrir durante cambios rápidos de dirección o durante un impacto con otros jugadores.
Los médicos suelen comenzar con métodos no quirúrgicos, como el reposo, el hielo, la compresión y la fisioterapia. En los casos más graves, es posible que sea necesaria una cirugía artroscópica o una reconstrucción de ligamentos. Los medicamentos y las rodilleras también pueden ayudar a reducir la hinchazón y el dolor.
Es posible que no se recomiende la cirugía de rodilla para personas con infecciones activas, problemas médicos no controlados o flujo sanguíneo deficiente en las piernas. Es posible que los pacientes muy jóvenes o aquellos con ciertas enfermedades crónicas tampoco sean buenos candidatos. Los cirujanos evalúan cuidadosamente la salud de cada persona antes de seguir adelante.